¿Cuál es la diferencia entre Design Thinking y Lean Startup? ¿Cuál debería usar?
Ambas filosofías son aplicables a las startups. En esta entrada te contamos cuáles son las ventajas y desventajas de cada método y cuál deberías usar.
Tradicionalmente, un negocio imaginaba un nuevo producto y esperaba que los consumidores fueran quienes lo encontraran y decidieran que lo querían. Se buscaban estrategias de marketing push que hacía que los consumidores se encontraran con el producto y no supieran muy bien qué hacer con ellos. Una vez que se cansaran del mismo se pasaría al siguiente, repitiendo el ciclo una y otra vez.
Muchas de las empresas tradicionales se han construido de esta manera, creando productos para luego enseñárselo a los clientes y, con la ayuda del marketing, convencerles de lo bueno que era. Pero lo que sucede actualmente es que el negocio como lo conocemos está cambiando.
El “Bussiness as usual” ya no es como era. Nuevos mercados se crean cada día, y la competición ahora es a escala mundial, ya no global. La estrategia de siempre es mucho más arriesgada.
Es por ello que han surgido las dos tendencias para intentar desarrollar productos influidos por los pensamientos de los consumidores: Design Thinking y Lean Startup.
Esta frase es el mantra de ambas filosofías. Ambas buscan pasar de la idea al producto de la manera más rápida posible. Pero la diferencia entre ella radica en el momento de implantación del producto en el ciclo de innovación.
En el método de Design Thinking, el enfoque es establecer la necesidad de un producto o servicio mediante la comprensión de las necesidades y problemas del consumidor, en vez de presentarles algo que un desarrollador haya previsto mediante asunciones que pueden ser falsas. Hacer énfasis en el deseo del consumidor e identificar posibles puntos ciegos en la comprensión del creador o fundador, mostrando sus carencias y sus asunciones erróneas.
Lo que se consigue de este modo es ayudar a los emprendedores a entender que es necesario para validar su idea antes de entrar en las fases más costosas del desarrollo.
La filosofía del método Lean Startup es sustancialmente diferente. La idea es construir un producto de la manera más rápida y sencilla posible y presentarla a los consumidores para luego ir realizando pequeños cambios de manera progresiva, según el feedback obtenido por los consumidores.
El método se basa en el ciclo Construye-Mide-Aprende. El fundador tiene una idea, que no sabe si funcionará, para la cual desarrollará una manera de testarla, medirá los resultados comparándolos con los que ya tenía y sacará conclusiones acerca de qué necesita mejorar o ser cambiado.
Entonces, ¿cuál es la adecuada?
La respuesta es que no hay ninguna que sea superior a la otra, no hay métodos incorrectos. Existen una serie de diferencias fundamentales que pueden hacer que se decante una empresa por uno u otro, pero principalmente es una manera de tener perspectivas diferentes y buscar el enfoque adecuado.
El método del Design thinking se encarga de romper problemas entre los departamentos de grandes empresas, haciendo que trabajen juntos y dándoles una serie de herramientas y métodos para que trabajen en una dirección similar.
En cambio, el Lean Startup se trata de minimizar el desperdicio, mediante el aprendizaje validado, testando con el mercado real antes de tomar decisiones, algo que se adapta más a pequeñas empresas…
Pero cualquiera de los dos métodos puede funcionar. Los dos se basan en entender cuál es la necesidad en la que se basa un producto. Las dos son humano-céntricas, se ajustan con el feedback de los consumidores a través de múltiples iteraciones y experimentos.
Así que realmente, la elección dependerá de lo que el fundador considere más acertado: Crear el producto
y luego pilotar, o centrarse en el problema antes que en la solución.